Consecuencias sociales y laborales del mobbing
Las personas que han atravesado un proceso de acoso laboral pueden acabar sufriendo una serie de consecuencias que influyan negativamente en su vida social.
Algunas de las más importantes y frecuentes son las siguientes:
- Desarrollo de la susceptibilidad: Los individuos acosados se vuelven hipersensibles a las críticas y desconfían de los demás, esperando continuamente que se les ataque. Esto puede desencadenar conductas de evitación, retraimiento o aislamiento o, por el contrario, hacer que desarrollen actitudes hostiles y agresivas hacia los demás.
- Sentimiento de ira y rencor contra los agresores, que puede generalizar a sus siguientes jefes o compañeros de trabajo.
- Pérdida de contactos sociales: Las personas que han sufrido acoso laboral pueden padecer depresión, falta de autoestima, desconfianza en los demás, apatía… Todos estos sentimiento les llevan a aislarse, a negarse a seguir manteniendo sus actividades cotidianas y de ocio, ya que no se sienten con fuerzas suficientes para afrontarlas. Poco a poco, pueden ir perdiendo sus redes sociales, aislándose más y más cada día.
Desde el punto de vista laboral, las personas que han sufrido acoso se convierten en trabajadores desmotivados, que relacionan el lugar de trabajo con un ambiente hostil y dañino. Por ello, la mayoría de ellos acaba abandonado su puesto de trabajo, ya sea voluntariamente o mediante un despido forzoso, causado por sus múltiples bajas, por los errores que el mobbing le ha obligado a cometer o por las calumnias que el acosador ha ido vertiendo sobre él.
Por muy doloroso que resulte este abandono, podría pensarse que esta salida del puesto de trabajo supone al menos la salida del túnel en el que se encontraba prisionero el acosado. Por desgracia, esto no es así en todos los casos, ya que hay acosadores que no se conforman y continúan destrozando la vida del acosado mediante informes negativos a los futuros empleadores, en los que continúan vertiendo sus mentiras y calumnias para que al acosado no le sea posible reintegrarse al mundo laboral.
En otros casos, la víctima ha sufrido tanto daño psicológico que le resulta imposible incorporarse a otro puesto. Hay personas que necesitan años de tratamiento para recuperarse, e incluso algunas no son capaces de hacerlo nunca, por lo que tendrán que solicitar una incapacidad permanente.
Estas graves consecuencias, tanto psicológicas como físicas, familiares, sociales y laborales, pueden llevarnos a cuestionarnos por qué la víctima no abandona antes su trabajo si está sufriendo tanto. Los estudios señalan que la mayoría de victimas de mobbing son personas mayores de 40 años, que ven muy difícil incorporarse a un nuevo puesto de trabajo, por lo que se sienten atrapadas en su puesto actual.
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